Análisis de la Plástica del Noroeste
Universidad Autónoma de Baja California
Narcotráfico y Arte
Gilberto Terrazas Gaxiola
El negocio del narcotráfico tiene tal dimensión, mueve tal cantidad de miles de millones de dólares, involucra a tal cantidad de Estados, está infiltrado de tal manera en las altas esferas de poder de naciones ricas y pobres, abarca un mercado mundial de tal magnitud y finalmente, envenena a tal cantidad de seres humanos, que desafía el corazón del sistema de una manera contundente, pone en tela de juicio los valores de la sociedad moderna y refleja los elementos más hondos de una crisis y un desmoronamiento, capaz de conducir a millones de personas a la autodestrucción ante la evidencia de un mundo que muchas veces parece no valer la pena de ser vivido.
La complejidad de producción, traslado del producto y mercadeo, involucrando diferentes países, convierte al narcotráfico en una acción delictiva múltiple que involucra diferentes países, lo que ha conllevado a considerarlo como un delito universal. Por consiguiente, los países se ven obligados a colaborar entre sí y desarrollar estrategias de combate conjuntas para combatir el narcotráfico de manera integral.
En el caso del estado de Sinaloa, como cultivador de sustancias narcóticas, cómo es que surgió el narcotráfico en este lugar. Hecho curioso los que empezaron este asunto fueron los “Chinos” que después de la crisis minera vieron la ooportunidad de comercializar el opio. Las reseñas orales sobre la historia negra de las drogas en Sinaloa hablan de los sucesos de esa época que han sido recogidos por historiadores y escritores locales. En un inicio, en la década de los 40 del siglo pasado, la ignorancia y la extrema pobreza indujeron a campesinos de la zona serrana en la que confluyen Sinaloa, Durango y Chihuahua, que forman el denominado Triángulo Dorado de la Droga, al cultivo de la marihuana y amapola. Esta actividad, con el paso del tiempo, se convirtió en una enorme mina de oro para los cárteles de la droga. Esto permitió crear bases de apoyo en una ciudadanía que no los denuncia por temor a sufrir igual suerte que los integrantes de organizaciones rivales. Por sus condiciones geográficas y climáticas, el municipio de Badiraguato (Sinaloa) ofreció refugio a los cultivadores de plantas tóxicas, a fin de extraer de sus bulbos los narcóticos para el suministro médico de las tropas estadounidenses en guerra.
Los relatos precisan que el cultivo de la amapola no la implantó ningún lugareño del denominado Triángulo Dorado de la Droga, sino los chinos que llegaron al país como mano de obra barata para la construcción de vías para el ferrocarril. Después de ocurrir una crisis minera los asiáticos se asentaron en Badiraguato, para transmitir las técnicas de siembra de la amapola y su procesamiento en heroína. Prolifera la siembra de la amapola y se configuran grupos recolectores de los jugos vegetales que se extraen de sus bulbos para convertirlos en heroína. Aunque no se tiene información oficial que sustente estas versiones, se dice que fuertes capitales fueron invertidos a esta clase de cultivos, ante el “gran disimulo” de las autoridades.
A finales de los ochenta, y principios de los noventa, una de las actividades ilegales que influyó en todos los aspectos de la sociedad sinaloense fue el narcotráfico; el arte y la cultura no fueron ajenos a él. Y reflejos de eso se ven hoy en día en la proliferación y manifestaciones de las mismas. Aún como detonante de polémicas entre los promotores del arte y la cultura en cualquier punto de México, el fenómeno del narcotráfico y sus consecuencias dañinas para la sociedad se insertan de forma contundente en la creación artística sinaloense como punto de inicio para el arte analítico o contestatario, lo que llega incluso a modificar estructuras ya definidas, como las líricas descriptivas del corrido norteño (narcocorrido), y en algunos casos, como sucede en la simbología con que el narcotraficante muestra su poderío económico y hasta político se manifiesta en una nueva forma de arquitectura. El afán de los narcotraficantes de demostrar su opulencia, es el comportamiento más común. En sus mansiones llenas de mármol, el exagerado color dorado y dineros ocultos en túneles donde también hay espacio para costosas obras de arte.
La apertura de la narcocultura hacia la expresión artística se dio a través del corrido mexicano. El grupo más representativo de este género es “Los Tigres del Norte” (originario del municipio de Mocorito, Sinaloa), que desde hace 30 años se ha ocupado de cantar la vida de los contrabandistas y los narcotraficantes en la frontera entre México y Estados Unidos. El corrido de narcotráfico y la música popularesca en el noroeste de México ha tenido un cambio sustancial en los componentes de la canción épica mexicana, pero no en su fondo: hoy, los símbolos que representaban al héroe nacional no son los mismos. La figura indomable, pero benévola del personaje tradicional se transforma en el héroe-narco, altanero y prepotente. Los caballos son desplazados por un carro rojo, un Grand Marquis color gris, una Suburban dorada o un Lincoln negro.
Se sabe que algunos de los clanes y narcotraficantes más poderosos han pagado sendas sumas de dinero a los grupos musicales para que les creen su propia canción, aunque todos los músicos (para no meterse en líos con la justicia) aseguran que los temas han surgido de la imaginación desbordada de los compositores basándose en hechos de la vida real. Se ha pretendido llevar a la pantalla y también se ha desencadenado una serie de cintas arquetípicas del cine mexicano enfocadas al narcotráfico. Sin embargo, el narcocine no ha encontrado el mismo eco que la música, aunque se han seguido produciendo cintas.
Pero la arquitectura también se ve tocada por el mundo del narco, y es más detectable en las construcciones domésticas de Sinaloa. La arquitectura que caracteriza a las viviendas de los más poderosos traficantes mantiene “una estética ostentosa, exagerada, desproporcionada y cargada de símbolos que buscan dar estatus y legitimar la violencia”, aunque también esas características no son suficientes para negar su presencia en el paisaje urbano sinaloense.
Es importante notar que la estética del narcotráfico en Sinaloa ya no pertenece solamente al narcotráfico, sino que forma parte del gusto popular, que la ve con ojos positivos y la copia, asegurando su continuidad en el tiempo y en las ciudades. La difusión de la estética del narcotráfico es una evidencia del vacío institucional sinaloense; no hay un sistema de apego social más fuerte que sea una alternativa al modelo del poder y la justicia social que ha proporcionado el narcotráfico.
La noción de arte está hoy sujeta a profundas polémicas. Esto debido a que el significado de la palabra "arte" varía según la cultura, la época, el movimiento, o el grupo de personas para las cuales el término es productor de sentido. El dinero que maneja el narcotráfico hoy en día, genera el crecimiento en el mercado del arte en Sinaloa, que puede llegar a venderse a precios exorbitantes. De acuerdo a la incursión del narcotráfico en la actividad artística basándose a sus pretensiones y caprichos ¿podríamos en la actualidad hablar ya de un concepto llamado “narcoarte”?
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